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Capitulo Uno; Escena Tres

Tras dar mil vueltas por la zona de los hechos (que aun no se conocen bien), el lugar se queda vacío, solamente vigilado por un agente de la autoridad, que cabecea de vez en cuando, vencido por el sueño y el trajín de todo el día...

Después de mucho preguntar, de algunas borderías y sin reparar en formalismos en cuanto a presentaciones se refiere, Duccio Arezzo y, la ya mencionada Sarah Xander, llegan a la puerta de un viejo hostal, con las puertas envejecidas por el paso del tiempo. La puerta, al ser tan tarde, está cerrada, pero tras unos minutos de espera y unos golpes previos, se persona ante ellos un hombre con bigote, con los ojos muy abiertos, con pinta de tener malas pulgas (aunque puede ser por haber sido despertado) y la voz un poco ronca, que nada más verles les dice de muy mala gana;
-A buenas horas llegan clientes- mientras os hace un gesto para que lo sigáis - supongo que una habitación con cama de matrimonio ¿no?

A pocos metros de allí, en una de las calles cercanas, una chica de pelo oscuro recorre las calles de Bermeo, parece estar sola, aunque Aiko, que así se llama esta chica, nota la presencia de alguien a su espalda pero no puede descubrir quién o qué anda detrás de ella...

En una cabaña en dirección contraria al pueblo, Mike duerme plácidamente con el último pensamiento aun rondando por sus sueños, de bajar al pueblo y coger algunas provisiones. Faltan horas para que amanezca, pero solo unas horas para descansar se notaran en los cuerpos cansandos, y no menos en las mentes, de los habitantes de Bermeo...

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